sábado, 26 de septiembre de 2009

El suicidio de Kima´i

B.Malinowski conversando con los habitantes de las Islas Trobriand

Dejamos a continuación, un fragmento del libro “Crimen y costumbre en la sociedad salvaje”, estudio escrito por el antropólogo polaco Bronislaw Malinowski en 1923. A lo largo de este libro, Malinowski dialoga con toda una serie de trabajos que le precedieron (alemanes sobre todo pero también franceses) y a los que juzga por su insuficiente “trabajo sobre el terreno”, la aseveración por suposición, el uso de materiales vetustos y finalmente, la construcción de grande mitos que poco dicen sobre las organizaciones tribales. Destruye la hipótesis del “comunismo primitivo” en la organización económica de las sociedades salvajes (1991: 32); cuestiona la idea que declama la supremacía del grupo y la mentalidad colectiva –omnipotente y opresiva- por sobre las dóciles disposiciones individuales; resalta -negativamente- el desinterés por el estudio del derecho y la administración de justicia; refuta la idea de que el derecho criminal constituía la principal forma de regulación al interior de las comunidades primitivas; dice con respecto a esto último: “el derecho primitivo no consiste exclusivamente, ni tan sólo principalmente, en imposiciones, no toda la ley de lo salvajes es ley criminal” (1991:73). En clave de autores como Hartland y Steinmetz (que suman la adhesión tanto de Durkheim como de su discípulo Marcel Mauss), no existiría lugar para el derecho civil en las sociedad primitivas, afirmación que Malinowski pone en duda e intenta revertir a partir de sus observaciones participantes, en donde las regulaciones civiles efectivamente existen y rigen en buena parte de la vida cotidiana de los habitantes de las Islas Trobriand (1991:71-74).

Lo cierto es que el comentario principal de esta entrada se relaciona con el suicidio de Kima´i.

Veamos lo que dice el relato de BM en su libro “Crimen y costumbre…”:

“Mientras estuve en las Trobriand dedicado de lleno al estudio sobre el terreno de los nativos de allí, siempre viví entre ellos, planté mi tienda de campaña en su poblado y de esta manera estuve siempre presente en todo lo que ocurría, ya fuese trivial o importante, monótono o dramático. El suceso que ahora voy a relatar ocurrió durante mi primera visita a las islas Trobriand a los pocos meses de haber empezado mi trabajo de estudio sobre el terreno en el archipiélago.

Un día, un súbito coro de gemidos y una gran conmoción me hicieron comprender que había ocurrido una muerte en algún lugar de la vecindad. Me informaron que Kima'i, un muchacho conocido mío, que debería tener unos dieciséis años, se había caído de un cocotero y había muerto.

Inmediatamente me trasladé al poblado más próximo, que es donde había ocurrido el accidente, y allí me encontré con que los actos mortuorios estaban ya en pleno desarrollo. Como éste era el primer caso de muerte, duelo y entierro que yo presenciaba, en mi interés por los aspectos etnológicos del ceremonial me olvidé de las circunstancias de la tragedia, a pesar de que en el poblado ocurrieron simultáneamente uno o dos hechos singulares que debieran de haber despertado mis sospechas. Descubrí que, por una coincidencia misteriosa, otro muchacho había resultado herido de gravedad, al mismo tiempo que en el funeral se percibía claramente un sentimiento general de hostilidad entre el poblado donde el muchacho había muerto y aquel donde se había trasladado el cadáver para proceder a su entierro.

Sólo mucho más tarde pude descubrir el verdadero significado de estos acontecimientos: el muchacho se había suicidado. La verdad es que había quebrantado las reglas de exogamia y su compañera de delito era su prima materna, la hija de una hermana de su madre. Esto era sabido desde hacía cierto tiempo y generalmente desaprobado, pero no se había hecho nada hasta que un pretendiente despreciado por la muchacha, y que por lo tanto se consideraba personalmente agraviado, tomó la iniciativa. Este rival había amenazado con usar magia negra contra el joven culpable, pero esto no había surtido ningún efecto. Entonces, una noche insultó al rival en público y lo acusó de incesto ante la colectividad, lanzándole ciertos epítetos intolerables para un nativo.

Para el infortunado joven sólo había un remedio, un solo modo de escapar a la vergüenza. A la mañana siguiente se atavió y adornó con sus galas de los días festivos, subió a un cocotero y se dirigió a la comunidad hablando desde las hojas del árbol despidiéndose de ellos. Explicó las razones que le movían a un acto tan desesperado y lanzó una acusación velada contra el hombre que le había empujado a su muerte, sobre el que ahora los miembros de su clan tenían el deber de vengarle. Luego, según la costumbre, se lamentó ruidosamente, saltó del cocotero que tenía unos veinte metros de alto y se mató en el acto. A todo esto siguió una lucha dentro del poblado en la que su rival fue herido; la pelea se repitió durante el funeral.

Este caso abría cierto número de importantes líneas de investigación. Me encontraba en presencia de un crimen manifiesto: el quebrantamiento de la exogamia del clan totémico.

La prohibición exogámica es una de las piedras angulares del totemismo, del derecho matriarcal y del sistema clasificatorio del parentesco. Todas las hembras del clan de un hombre son llamadas hermanas por éste y le son prohibidas como tales. Es un axioma de la antropología el hecho de que nada suscita un horror más grande que el quebrantamiento de esta prohibición y que, además de una fuerte reacción de la opinión pública, hay también castigos sobrenaturales que acompañan este delito. Y se sabe que este axioma no está desprovisto de base factual. Si se interrogase a los nativos de las Trobriand sobre este asunto, se vería que todos confirmarían este axioma, es decir, que los nativos muestran horror a la sola idea de violar las reglas de la exogamia y que creen firmemente que el incesto de clan puede ir seguido de llagas, enfermedades e incluso la muerte. Éste es el ideal de la ley nativa y en cuestiones morales es fácil y hasta agradable adherirse estrictamente al ideal cuando se juzga la conducta de los otros o se expresa una opinión sobre la conducta en general. No obstante, cuando se trata de aplicar la moralidad y los ideales a la vida real, las cosas toman un aspecto diferente. En el caso descrito era obvio que los hechos no concordaban con el ideal de conducta. La opinión pública no se mostraba ultrajada en absoluto por el conocimiento del delito y por los insultos que la parte interesada lanzó públicamente contra el culpable. Incluso entonces, el muchacho tuvo que castigarse a sí mismo; por lo tanto, la "reacción del grupo" y la "sanción sobrenatural" no fueron los principios activos en el caso; adentrándome más en la materia y recogiendo información concreta, descubrí que la violación de la exogamia —por lo que respecta al comercio sexual, no al matrimonio — no es un caso raro ni mucho menos, y que la opinión pública se muestra indulgente aunque decididamente hipócrita. Si el asunto se lleva a cabo ocultamente, con cierto decoro, y si nadie en particular suscita dificultades, la "opinión pública" murmurará, pero no pedirá un castigo severo. Si, por el contrario, se produce escándalo, todo el mundo se volverá contra la pareja culpable y, por el ostracismo y los insultos, uno de ellos o los dos podrán ser inducidos al suicidio” (Malinowski, 1991: 93-97).

Si bien conocía a grandes rasgos este relato, confieso que cuando lo leí por primera vez sentí un estremecimiento enorme. Según Malinowski, existían dos formas de suicidio: 1) la que comentamos recién y que consiste en lanzarse desde lo alto de un árbol – en este caso una palmera- y al que se conoce como “lo´u”; 2) Tomando un veneno que se extrae de la vesícula biliar de un pez globo - método conocido como “soke”-. También existía otro veneno menos fuerte y que durante la estancia de BM en la isla fue bastante utilizado – aunque sin consecuencias fatales.

Dice BM: “Las dos formas fatales de suicidio se usan como medio de escapar a situaciones sin salida y la actitud mental que las acompaña es algo compleja, abarcando el deseo del propio castigo, la venganza, la rehabilitación y el agravio sentimental” (1991:114). El suicidio de Bomawaku, una joven enamorada de un miembro de su propio clan al que tenía como amante, que luego de ser descubierta por su pretendiente “oficial” este la insulto públicamente y Bomawaku se lanzo desde lo alto de una palmera, es otro ejemplo que BL describe en detalle.

Lo interesante de todo esto, es pensar el suicidio volviendo sobre casos que acontecen no en las sociedades industrializadas en las que piensa Durkheim en su estudio sobre el suicidio, sino en sociedades a las que él se refirió como “antiguas” o “primitivas” en la DTS. Implica volver a poner en la balanza a las mentalidades colectivas y las solidaridades sociales (en este caso, al interior de los clanes, familias y tribus) junto a las decisiones individuales y problematizarlas a partir de la vida cotidiana, el derecho, el crimen, el castigo, los conflictos comunitarios, etc.

Para quien tenga interés, dejemos el link con el texto completo del libro de Malinowski (pulsa acá).

Salute!

1 comentario:

  1. Pero que grande, Rafa!!! Está bárbaro el blog. Felicitaciones. Muy buena esta entrada sobre M. La antropología es un lugar posta para pensar sobre el derecho. Abrazo para todo el equipo!![P/d.: si alguno de lo alumnos lee esto, dejen comentarios en los posts, che!! Estuve viendo y hay muy pocos. Este es un blog de buena calidad, de seguro lleva mucho esfuerzo hacerlo, y para que tenga sentido y se sostenga en el tiempo(supongo, no sé, es mi opinión) se necesita que participen activamente. No lo desaprovechen]

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